sábado, 15 de agosto de 2009

Apuntes Biográficos del grupo TEATRO CAMPESINO


Artículo publicado el 30 de mayo de 1971 en el diario EL CORREO de Huancayo.

El Teatro Campesino, grupo independiente se fundó el 10 de febrero de 1970, en una oficina del Museo Arqueológico de la antigua casa de la Universidad de San Marcos. El acto de fundación consistió, sencillamente en la reunión de cuatro personas para ensayar la obra “LA GALLINA”, ese ha sido el símbolo de nuestra vida institucional: trabajar sin mayores ceremonias ni formalismos. La actividad teatral, el quehacer escénico continuo han marcado nuestros días.

A principios del mes de Marzo del mismo año nos presentamos, por primera vez, en el jardín del local de la Universidad Nacional de Educación en Lima. Actuó también, en esa oportunidad el grupo teatral “EL TABANO” pero ellos escogieron un aula para actuar; el público tuvo que trasladarse del jardín al aula. Y es ese otro símbolo de “TEATRO CAMPESINO”: trabajar precisamente, en lugares donde el teatro no ha llegado. La última función que hemos realizado, por ejemplo en Lima se efectuó en un patio de la abandonada casa hacienda Taboada, cerca del Aeropuerto del Callao.

El ambiente teatral, debe ser creado por los trabajadores del arte escénico. Basta un elemento, basta una lona, basta una linterna, basta un mueble; el teatro se hace. No nos quejamos por eso como muchos, de la falta de locales “apropiados”. Tal vez sí, requerimos de un espacio donde reunirnos para ensayar . Y eso lo tuvimos al principio como ya hemos mencionado, en la antigua Casona de San Marcos, gracias a la gentileza de Luís Lumbreras. Algún tiempo después cuando estábamos ubicándonos en una aula abandonada de ese mismo edificio se nos pidió que nos trasladásemos a otra pequeña sala donde, por muchas razones; nuestro trabajo no se realizaba a plenitud. Sin embargo desde ese local partimos a Jauja donde hicimos nuestras primeras funciones fuera de Lima. Nos habíamos presentado ya en una plaza de la cuarta zona de San Martín de Porras y habíamos llevado a cabo una que otra función en universidades e instituciones provincianas, también fuimos a Cerro de Pasco. En un día realizamos 4 funciones. Pero lo mejor de ese viaje se produjo en dos comunidades campesinas. En una de ellas trabajamos en el atrio de la iglesia cuya puerta principal nos sirvió como puerta de entrada y salida. Los campesinos estaban sentados sobre el suelo en plena plaza. En otra, utilizamos las mesas que servían para esquilar a las ovejas como escenario, mientras los comuneros estaban sentados sobre fardos de lana. En Huamantanga provincia de Canta nos cortaron la corriente eléctrica antes de terminar la función: en fin anécdotas hay muchas. Pero lo importante es que el grupo ha mantenido su actividad pese a todo, inclusive pese a un accidente sufrido por su director que le han valido serios dolores de cabeza. Ese hecho sucedió a dos días del estreno de la obra “EL ARPISTA” y, precisamente, cuando había ido a efectuar una grabación para la referida obra que, dato especial; se presentaba por primera vez en una función para damnificados del terremoto de Ancash.

En el mes de octubre empezamos una serie de funciones en la Sociedad de Autores y Compositores del Perú y, al mismo tiempo hemos realizado una gran cantidad de funciones en lo pueblos jóvenes. Algún día haremos detalladamente, la relación de toda esa campaña.
SAYCOPE nos acogió en su loca. Hasta ahora nos reunimos allí para ensayar día a día. Somos parte de la vida de esa institución gracias a la especial deferencia de sus socios y de su presidente Manuel Acosta Ojeda.

Al cumplir un año de trabajo estrenaremos “EL TURNO” en el pueblo joven El Altillo del Rímac y ahora vamos a estrenar “LA YUNTA” en una comunidad campesina. Este es, a grandes pasos el camino recorrido por TEATRO CAMPESINO. No cejamos en nuestro empeño de trabajar, de hacer teatro para el pueblo; para las mayorías. Creemos que nuestra misión, poco a poco esta madurando y se esta cumpliendo. En una sociedad como la nuestra es muy difícil mantener un ritmo cultural como el que nos hemos impuesto, pero confiamos en el apoyo de las gentes del pueblo; ese extraordinario público que nos aplaude, que nos apoya; que a veces en forma espontánea hace cuotas para ayudarnos. No somos unos simples activistas de la cultura; eso no. No queremos solo divertir al público. No. Nosotros no hacemos caridad cultural. No nos contentamos con llevarles un espectáculo más o menos bien armado a los sectores populares. No. Nos interesa la participación de ese público en el desarrollo cultural, social y político de nuestro país. Hemos comenzado por aplicar las expresiones de ese público, de esa masa a nuestros medios artísticos. También con nuestro teatro, queremos trasmitir una posición, una actitud frente a nuestra realidad histórica.

Víctor Zavala Cataño

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